Un terremoto — también
llamado seísmo o sismo (del griego "σεισμός", temblor)
o, simplemente, temblor de tierra (en algunas zonas se
considera que un seísmo o sismo o temblor es un terremoto de menor magnitud) —
es una sacudida del terreno que se produce debido al choque de las placas tectónicas y a la liberación de energía en el curso de una reorganización brusca
de materiales de la corteza terrestre al superar el estado de
equilibrio mecánico. Los más importantes y frecuentes se producen cuando se
libera energía potencial elástica acumulada en la deformación gradual de las
rocas contiguas al plano de una falla activa, pero también pueden ocurrir por
otras causas, por ejemplo en torno a procesos volcánicos, por hundimiento de
cavidades cársticas o por movimientos de ladera.
CONSECUENCIAS DE UN DESASTRE NATURAL
A pesar de la innumerable tecnología que el ser humano ha sido capaz de desarrollar a lo
largo de su historia, sigue siendo completamente vulnerable a los desastres
naturales, ya que, debido a su magnitud, cada vez que ocurren, se pierden gran
cantidad de recursos tanto humanos como económicos y materiales que en
ocasiones pueden ser totalmente irrecuperables para los países afectados.
A. Pérdidas humanas
En cuanto a las pérdidas humanas, los recuentos de los
daños arrojan cifras muy grandes de muertos, heridos y desaparecidos, no tan
solo durante el desastre natural, sino también después de que éste ocurre
debido a que los brotes de enfermedades incrementan y la comida y el agua, principalmente ésta última, escasean. Entre más tiempo
se tarde una comunidad o un país en recuperarse, más expuesto se ve a que esto
ocurra, debido a que muchas familias se quedan sin empleo y por lo tanto sin comida, además de que otras en
ocasiones pierden todas sus posesiones materiales y los lugares en los que antes
vivían, después de que ocurrió el desastre, ya no existen o están completamente
destruidos y por último la inseguridad va en aumento y las provisiones donadas en decremento.
B. Pérdidas de recursos naturales y económicos.
Sabemos que los desastres naturales además de causar
grandes pérdidas humanas, también provocan pérdidas materiales y económicas.
Tan sólo en el año 2003 las pérdidas alcanzaron los 55 mil millones de dólares
a nivel mundial.
El problema no es la pérdida de dinero en sí, sino la desproporción en la que los países se ven
afectados respecto a su producto interno bruto, ya que los países en desarrollo sufren más las bajas
que los países ricos. Esto hace vulnerables a las entidades en vías de
desarrollo, exponiéndolos a la creciente pobreza.
Lo que nos hace ver esto es que las condiciones de vida
antes de que ocurra un desastre natural, son en gran medida factores relevantes
para determinar cuál es la pérdida en los bienes que la sociedad tiene.
Pero no tan sólo en las pérdidas de las casas, de los
muebles y de los demás bienes que poseen las personas se ven afectadas las
economías, sino que también en la pérdida de recursos como lo son la madera, el petróleo, las hortalizas destruidas, los animales muertos, las industrias destruidas, y de los recursos que se ve forzado el Estado a aportar para que vialidades y servicios, entre otros, lleguen a ser como lo eran antes.
Además durante el tiempo en que se tarda la sociedad en
reconstruirse por completo, no se generan los mismos recursos que se generaban
y en el caso de las zonas turísticas que se ven afectadas por los desastres naturales,
mientras que se reconstruyen, pierden turistas tanto nacionales y extranjeros y
gastan en sacar a los que no pudieron salir antes de que el desastre viniera.
Por último concluimos que por las razones mencionadas
anteriormente, es importante que se cuente con un fondo de reserva para los
desastres naturales, para que se puedan recuperar de manera más rápida todos
los países, pero lo más importante es que se controle la contaminación para así
evitar el calentamiento global, y con esto, que los desastres naturales sean
menos frecuentes.
Otra acción importante a tomar es mejorar la infraestructura de las
ciudades, en especial, de las que están más expuestas, para poder así soportar
en mayor medida y que la pérdida en los recursos económicos y materiales sea
menor cuando se avecine un desastre natural.
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