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Para funcionar, los coches necesitan quemar gasolina o
gasoil. La calefacción de nuestra casa suele ser de gas natural. Las centrales
térmicas generan la corriente eléctrica mediante la combustión, principalmente,
de carbón.
El gas natural, el carbón y el petróleo son
combustibles fósiles, que al arder desprenden energía en forma de calor.
Llamamos energías no renovables a aquellas que se obtienen de los combustibles
fósiles, combustibles que no se renuevan, sino que se van agotando al usarlos.
EL CARBÓN
El carbón, usado en las centrales térmicas y en
algunas calefacciones caseras, genera aproximadamente el 20% de la energía
mundial. El carbón es un combustible fósil sólido, formado a partir de antiguas
plantas —incluyendo árboles, helechos y musgos— que crecieron en pantanos y
ciénagas o a lo largo de las costas. Generaciones de esas plantas murieron y fueron
enterradas poco a poco bajo capas de sedimentos. Las sucesivas etapas en la
formación del carbón son: turba, lignito y antracita. La antracita es el carbón
de más alto valor energético.
Ciertos productos de la combustión del carbón pueden
tener efectos perjudiciales sobre el medio ambiente. Al quemar carbón se
produce dióxido de carbono entre otros compuestos. Muchos científicos creen que
debido al uso extendido del carbón y otros combustibles fósiles (como el
petróleo) la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre podría
aumentar hasta el punto de provocar cambios en el clima de la Tierra.
EL PETRÓLEO Y EL GAS NATURAL
El petróleo se formó principalmente a partir de
antiguas plantas y bacterias microscópicas que vivieron en los mares, y que al
morir y caer al fondo marino, se mezclaron con arena y sedimentos, y formaron
un barro rico en compuestos orgánicos. A medida que las capas de sedimentos se
iban acumulando sobre ese fango orgánico, el barro se iba calentando y
transformando químicamente en petróleo y gas natural.
En ocasiones, el petróleo y el gas natural quedaban
atrapados entre capas de rocas impermeables o capas salinas, formándose un
depósito que suele estar separado en tres capas: gas natural (que al ser el
menos denso, ocupa la capa superior), petróleo (que ocupa la capa intermedia) y
agua (que por ser más densa, ocupa la capa inferior). Como no tienen espacio
para expandirse, el gas y el petróleo crudo están bajo una gran presión, y
tienden a brotar de forma violenta cuando se perfora el depósito.
Además de gasolinas y gasóleos, del petróleo se obtiene
en las refinerías una gran cantidad de sustancias con las que se fabrican
muchos artículos, como las ruedas de automóviles, algunos detergentes, los
fertilizantes o los plásticos.
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