DISCIPLINA
VS INDISCIPLINA
Lic.
Sileny Hernández Medina
Psicóloga.
Para
abordar el problema de la indisciplina
en las instituciones educativas, es necesario comprender qué significa la
disciplina y cómo se forma en el ser humano desde su desarrollo. La disciplina,
es un proceso social que se genera a partir de la interiorización de normas y
reglas determinadas por cada sociedad,
las cuales deben estar basadas en principios y valores de convivencia como el
respeto, la tolerancia, la paz y la responsabilidad con nosotros mismos y con
los demás. La palabra en sí, proviene de la raíz latina “discere” que
significa “aprender a ser” y significa enseñar, regularizar metodizar, ordenar, instruir.
Históricamente
hemos concebido la disciplina a partir del autoritarismo como un método para
controlar y dominar, para
transformar en "cuerpos
dóciles" a los aprendices que deben obedecer, acatar, y
cumplir las normas que determina un adulto. En este sentido aun nos quedan vestigios de
esta concepción y es por ello que nos cuesta entender que en la actualidad la
disciplina tiene un fin pedagógico basado en la convivencia armónica donde cada
parte tiene derechos y deberes.
El
aprendizaje de la disciplina proviene del hogar y de la dinámica en cada
familia, sin embargo los principios del aprendizaje son los mismos en cualquier
ámbito. Los elementos que deben estar presentes en el aprendizaje de la
disciplina son los valores, el afecto y la capacidad de los miembros para interactuar, bajo el conocimiento de que
la dinámica de la convivencia es cambiante y de que los roles de cada
integrante del grupo deben estar definidos para hacer uso de la autoridad sin
autoritarismo. Los niños desde temprana edad aprenden la disciplina al seguir
normas preestablecidas y tácitas que se determinan en la familia; aprenden
horarios rutinas formas de expresarse según como sean modeladas por las personas adultas. Si estos modelajes
son consecuentes, coherentes y cohesivos entre los miembros se establecerán
unas pautas que los niños seguirán y
asumirán como normas de disciplina. Cuando no existen estas condiciones el niño
se ve confundido y le será difícil seguir un patrón de normas, es decir
comenzara a ser indisciplinado y a
ejecutar conductas que progresivamente se convierten en problemas en todos los
contextos donde se desenvuelve. La
dificultad en la actualidad se presenta por los cambios de paradigmas para
concebir la disciplina con fines formativos, en este sentido se persigue favorecer el crecimiento de los
niños, no con el fin de controlar para reforzar una lucha de poder.
Las
instituciones educativas son por excelencia ámbitos para la instrucción y la
formación de disciplina, y es importante entender que no solo en la familia se
crean los valores, es más, si existen fallas en la base familiar para el
aprendizaje de normas, lo adecuado es que la escuela sea la opción para que los
niños y jóvenes encuentre un espacio distinto con figuras de autoridad que les
permitan expresarse, donde se
establezcan mecanismos de corrección basados en
la justicia y no en el miedo, las
amenazas y la humillación.
En
este sentido, a veces nos cuesta entender la función de autoridad como un elemento importante y necesario para el
niños y jóvenes, que debe ejercerse basándose
en el respeto a la dignidad del ser humano, entendiendo que el niño es
un sujeto con derechos y que aprenderá el respeto según este sea demostrado por
la figura que ejerce la autoridad. Lo que sucede hoy en día es la ambigüedad
con la que se ejerce dicha autoridad por
la falta de de cohesión entre los padres, los docentes, las autoridades
de las escuelas y los adultos en general. Se le muestra a los niños problemas
de acuerdos entre los funcionarios de las instituciones educativas, quienes en
oportunidades modelan conductas inapropiadas delante de ellos.
Ahora,
¿Qué se puede hacer ante el problema de la indisciplina en las escuelas? En
primer lugar concientizar que somos parte del problema y tenemos el compromiso
de buscar alternativas de solución conectándonos con nuestra misión de vida y
con nuestro Ser. A partir de allí crear mecanismos de disciplina acorde con los
derechos y deberes de los niños niñas y adolescentes, administrando los
conflictos con soluciones no violentas, generando en los niños análisis de sus
conductas indisciplinada y aprovechando estas ocasiones para el crecimiento de
todos. También como integrantes del proceso educativo es imprescindible
involucrar a los representantes en estos cambios de paradigmas para que se continúen las estrategias en el hogar entendiendo que la disciplina con amor es
posible y que todos podemos reorientar el comportamiento inadecuado en los
niños.
Los
docentes deben ser creativos para dar soluciones y estar permanentemente dando
alternativas a los alumnos, siendo claros y flexibles en la praxis de las
normas y la aplicación de correctivos ante incumplimiento de las mismas. Además debe ser optimista en relación a los
cambios que puede lograr en sus alumnos para estar permanentemente motivado en
su función de orientador creyendo en lo que hace y trasmitiendo entusiasmo en
su labor de enseñar para aprender de verdad. Por último establecer y fomentar
buenas relaciones entre los miembros de la comunidad educativa incluyendo a los
alumnos en este proceso sin dejar de ejercer la autoridad con amor.
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